Un informe alerta sobre la urgencia de desarrollar paisajes cortafuegos

Paisaje cortafuego

Los incendios son un problema social. El 95% de ellos, en España, responden a causas humanas: un 28% de los casos son por negligencia y un 52,7% son intencionados. Estos datos aumentan una justificada preocupación por este tipo de siniestros, cuyas consecuencias son atroces. Siempre arden las mismas zonas y si se mantiene esta tendencia de inacción humana volverán a arder, con una recurrencia de entre 10 y 20 años. El ser humano debe transformar el territorio con paisajes cortafuegos con urgencia, según alerta el informe sobre incendios forestales de 2021 del Foro mundial para la naturaleza (WWF).

El documento presenta una serie de propuestas para adaptar el territorio de la península ibérica a dicho escenario. Entre otras, propone transformarlo para evitar y mitigar el impacto de decenas de miles de incendios forestales. El paisaje mosaico de cortafuegos que se pretende desarrollar consistiría en recuperar los paisajes tradicionales, donde hay pastos con usos ganaderos extensivos, masas forestales bien gestionadas, cultivos extensivos y bosques autóctonos.

Este necesario cambio en la ordenación del territorio permitiría reducir notablemente el impacto de los incendios, que actualmente roza los 12.000 siniestros al año en España y más de 18.000 en Portugal. Los incendios de sexta generación, el abandono rural y las casas en el monte sin medidas de protección, son ingredientes que avivan la llama de los incendios forestales cada año, revela el informe de WWF.

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Iniciativas pioneras e innovadoras

La búsqueda de un paisaje resiliente, vivo, rentable y mucho menos inflamable es una prioridad. La urgencia ha dado lugar a algunas iniciativas pioneras e innovadoras en la Península Ibérica como el proyecto en la Sierra de Gata (Extremadura) donde se están potenciando los sistemas agrosilvopastorales, que fijan la población y previenen incendios.

La zona afectada por el incendio de Las Peñuelas en 2017, en pleno Espacio Natural de Doñana, es otra de ellas. Como consecuencia del fuego ardieron más de 10.300 hectáreas, estando en serio riesgo la población de Matalascañas, con 130.000 habitantes. Este siniestro pone en valor la necesidad de reducir el riesgo de incendio en espacios de alto valor natural y repensar otro territorio, más diverso y menos vulnerable. El proyecto de recuperación pretende que los pinos ya no dominen el 88% del paisaje como ocurría antes del incendio.

Portugal también se encuentra en plena transformación con proyectos como Clima Positivo Rebanhos. La iniciativa pretende potenciar la ganadería para reducir el riesgo de incendio. El pastoreo es, en este caso, la herramienta que gestiona espacios naturales, previene incendios de manera coordinada, entre diferentes territorios fronterizos, y recupera áreas degradadas.

Así mismo, Portugal también está trabajando en zonas castigadas por las llamas. La localidad de Alvares sufrió en 2017 dos incendios extremos, donde ardieron más de 50.000 hectáreas. La iniciativa en este lugar busca crear un modelo de desarrollo territorial y de aumento de la inversión en zonas del interior del país, muy afectadas por incendios forestales y con población envejecida.

OTIF y Guadalajara

Oficina Técnica de Ingeniería Forense (OTIF) realizó la investigación del incendio forestal de Guadalajara, ocurrido en julio de 2005, en el que fallecieron once agentes forestales, aportando el informe forense de origen y causas ante las Cortes de Castilla la Mancha y ante el Parlamento Europeo. Este fuego marcó un antes y un después en la lucha contra incendios en España ya que se produjo un cambio en la normativa, prohibiéndose cualquier tipo de fuego, o trabajo que pueda provocarlo, en espacios abiertos durante la época de alto riesgo de incendios. Las personas interesadas en los incendios forestales pueden adquirir un ejemplar del libro ‘La explosión del monte’ en nuestra tienda.

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