“Durante millones de años, antes de que el hombre domesticase el fuego, el mismo fue observado como un fenómeno que en ocasiones se presentaba espontáneamente en la naturaleza.Sin lugar a dudas, entre estos fuegos “naturales”, el que más veces contemplarían sería el incendio de montes y praderas. Así pues, hasta comienzos de la Historia, el incendio forestal fue casi exclusivamente un fenómeno de la naturaleza.
Hoy en día hay incendios forestales que por su casuística son consecuencia de fenómenos naturales, como los debidos a caídas de rayos o autofermentaciones (metanogénesis) de materia orgánica. Pero la invasión de montes y bosques por el ser humano con todas sus consecuencias: incivismo, negligencias, actos vandálicos, intereses mezquinos, fallos técnicos en instalaciones que cruzan los montes o en sus cercanías, etc., han hecho del incendio forestal una consecuencia consustancial con la actividad humana.
La lucha contra el incendio forestal es ardua, dificultosa y peligrosa. Las condiciones cambiantes sobre el escenario donde se desarrolla el incendio crean una sensación de impotencia entre los efectivos, que ven como en muchas ocasiones no se obtienen los resultados deseados.
Declarado el incendio forestal, durante la evolución y desarrollo del mismo, ocurren fenómenos que son innatos por determinadas circunstancias en el escenario donde el mismo se desarrolla: barrancos y ríos, tipo de vegetación, corrientes de viento anómalas y repentinas, etc. Uno de estos fenómenos que puede tener lugar durante la evolución de un incendio forestal es la explosión del monte (fire blowup en terminología anglosajona).”
Vicent Pons i Grau, autor del libro y doctor Ingeniero Industrial. Ingeniero Químico IQS