Investigación de incendios causados por creosota

Se acerca el invierno, y nuevamente van a ser muchos los incendios en viviendas como consecuencia del encendido de hogares en los que se quema leña. Es conocido que el proceso de combustión de todo tipo de maderas/leñas nunca es completo, lo que genera hollín. El humo/hollín resultante del fuego contiene una sustancia oscura que desprende un olor desagradable, parecido al alquitrán, llamada creosota, la cual se puede encontrar abundantemente en las conducciones de chimeneas.

La creosota es un producto que se obtiene al quemar madera, alquitrán de carbón y hulla, principalmente. El hollín que contiene la creosota se deposita en los conductos de evacuación de humos, preferentemente en las zonas más frías del mismo, que coinciden con las que se encuentran más alejadas del hogar, es decir, en las partes altas/finales del conducto de evacuación de humos.

Dicho esto, a temperaturas inferiores a 120ºC, la creosota condensa sobre cualquier superficie, normalmente en las conducciones del sistema de salida de humos. La cantidad de creosota que condensa varía según la densidad de humo y la sequedad de la madera utilizada, siendo estos dos parámetros los que más influyen en la presencia o no de la misma.

Diferentes estudios demuestran existe un elevado riesgo de incendio cuando la capa de creosota depositada es superior a los 6 mm.

  • Punto de inflamación: 66 ºC
  • Punto de autoignición: 336 ºC

Estos incendios suelen ocurrir más frecuentemente en las zonas de bajas temperaturas, y cuando después de un largo periodo sin encender la chimenea, a fin de conseguir una rápida climatización, se prende fuego a una gran carga de leña. El cambio brusco con la alta temperatura alcanzada, debido a la gran carga de fuego inicial, se traduce en que la creosota condensada fluya, prendiéndose rápidamente y proyectando restos incandescentes de la misma.

OTIF, investigación de incendios

La investigación de incendios de esta tipología no es complicada cuando se tiene cierta experiencia, como en el caso de la Oficina Técnica de Ingeniería Forense (OTIF). Cabe reseñar que no hay que confundir un incendio por inflamación de creosota con un incendio por radiación de calor a través del conducto metálico de la chimenea, o por conducción debido a un contacto con el tubo de evacuación.

En estos incendios, la investigación pone de manifiesto que el fuego se propaga principalmente por la cubierta, ya que, como se ha dicho, la mayor concentración de la misma se sitúa en el extremo del conducto, la parte más fría, por ser la más lejana del hogar.

En cambio, en los otros incendios, la mayor destrucción está en el lugar del contacto del conducto/combustible o en el punto de radiación. También se comprueba durante la investigación del incendio que el conducto de evacuación está abierto/roto, a diferencia de los incendios causados por radiación de calor del conducto.

La investigación de estos incendios evidencia que la mejor manera de prevenirlos es:

  • Si se enciende fuego con asiduidad, conviene limpiar todos los años el tiro de la chimenea, a fin de eliminar totalmente la creosota adherida a las paredes.
  • Empezar el encendido del hogar con poca carga de fuego, a fin de que no haya un aumento brusco de temperatura.
  • Es preferible quemar maderas secas, pues producen menos creosota que las maderas húmedas.
  • Las maderas procedentes del roble y la encina producen menos creosota que las maderas de crecimiento rápido, como el eucalipto, el chopo o el abeto.

Estos incendios ocurren preferentemente en zonas o regiones de bajas temperaturas.

Durante el pasado año, según informaciones recabadas en la empresa Oficina Técnica de Ingeniería Forense, empresa especializada en la investigación de siniestros, se estima que se produjeron más de 800 siniestros en viviendas como consecuencia de la presencia de creosota en los conductos de evacuación de humos.

Durante muchos años, esta sustancia se utilizó como agente impermeabilizante, pero, la aplicación más extendida de la creosota era proteger a la madera, sobre todo aquellas que por su funcionalidad no eran maderas ornamentales, sino maderas destinadas a estructuras al aire libre: sustentar los raíles de los ferrocarriles, postes de electricidad, de telefonía, etc.

Creosota, cancerígena

La directiva 2001/90/CE recoge recientes estudios del instituto Fraunhofer, en Hanover, en los que se concluye que la creosota es mucho más cancerígena de lo que se creía, tanto por ingestión, exposición prolongada e inhalación de humos al quemar.

El uso de la creosota ha sido recogido en diversa normativa comunitaria, traspuesta a nuestro ordenamiento jurídico por la Orden del Ministerio de Presidencia 2666/2002, del 25 de octubre (BOE nº261 – 31, de octubre de 2002).

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