Incendios por creosota

Con la llegada del invierno se produce un incremento del número de incendios en viviendas. De una parte, debemos prestar atención a las luces de los árboles, belenes y otros adornos navideños. De otra, hemos de ser muy precavidos con el encendido de hogares en los que se quema leña.

Es conocido que el proceso de combustión de todo tipo de maderas/leñas nunca es completo, lo que genera hollín que contiene una sustancia oscura que desprende un olor desagradable, parecido al alquitrán, llamada creosota.

La creosota es un producto que se obtiene al quemar madera, alquitrán de carbón y hulla, principalmente. El hollín que contiene la creosota se deposita en los conductos de evacuación de humos, preferentemente en las zonas más frías del mismo, que coinciden con las que se encuentran más alejadas del hogar, es decir, en las partes altas/finales del conducto de evacuación de humos.

Los incendios por creosota suelen ocurrir más frecuentemente en las zonas de bajas temperaturas y cuando después de un largo periodo sin encender la chimenea, a fin de conseguir una rápida climatización, se prende fuego a una gran carga de leña. El cambio brusco con la alta temperatura alcanzada, debido a la gran carga de fuego inicial, se traduce en que la creosota condensada fluya, prendiéndose rápidamente y proyectando restos incandescentes de la misma.

La investigación forense de estos incendios ha demostrado que la mejor manera de prevenirlos es:

  • Si se enciende fuego con asiduidad, conviene limpiar todos los años el tiro de la chimenea, a fin de eliminar totalmente la creosota adherida a las paredes.
  • Empezar el encendido del hogar con poca carga de fuego, a fin de que no haya un aumento brusco de temperatura.
  • Preferentemente se deben quemar maderas secas, pues producen menos creosota que las maderas húmedas.
  • Las maderas procedentes del roble y la encina producen menos creosota que las maderas de crecimiento rápido, como el eucalipto, el chopo o el abeto.

Por último, y por obvio que parezca, siempre debería haber alguna persona si hay una chimenea que está encendida. Las chimeneas suelen provocar incendios por imprudencias, como no revisar o deshollinar periódicamente; encenderlas con líquidos inflamables; introducir demasiada leña y/o colocar cerca elementos combustibles, como alfombras o cortinas.

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